domingo, 15 de enero de 2012

Girona, entre su pasado medieval y el legado judío

La ciudad de Girona tiene la suerte de pasar desapercibida para el turismo de masas, pese a contar con un indudable encanto para todos aquellos visitantes que se acercan a ella interesados por su arquitectura e historia.

Cuenta con frecuentes y rápidas conexiones por tren y autocar con Barcelona, y desde ella podemos continuar nuestro recorrido por las comarcas de la zona: Figueres, Banyoles, Besalú, Tossa de Mar, la Costa Brava en el Alt y el Baix Empordà, el Pla de l'Estany, la Garrotxa, el Gironès, la Selva

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El río Onyar y el campanario de la iglesia de sant Feliu

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Iglesia de sant Feliu
¿Qué ver?: Si es la primera vez que visitas la ciudad, te propongo que empieces en la calle Berenguer Carnicer, junto a la plaza Jaume Vicens Vives, y camines hacia el río Onyar, desde donde la visión del barrio viejo te impresionará: a tu derecha las fachadas coloridas de las casas sobre el Onyar, sus puentes (pont d’en Gómez, sant Agustí); al frente la catedral y a la derecha la iglesia de sant Feliu.


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Ábside de sant Pere de Galligants
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Sant Pere de Galligants






















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Iglesia de sant Nicolau
Después cruzaremos el puente de la izquierda para visitar un gran conjunto de edificios románicos: la iglesia de sant Feliu (origen paleocristiano/románico y finalizada en estilo gótico); el monasterio de sant Pere de Galligants (románico lombardo del siglo XII, hoy Museu Arqueològic) con un campanario octogonal y los capiteles del claustro; la iglesia de sant Nicolau de abside en forma de trébol; para acabar en otra auténtica joya escondida, los baños árabes (una imitación cristiana), unos de los más bellos que recuerdo haber visitado.

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Catedral de Girona
Aunque desde aquí se puede iniciar un paseo por la muralla,  es mejor cruzar la puerta fortificada de sobreportes que nos lleva a la gran escalinata de la catedral de santa Maria, de la que destacamos es claustro y el campanario primitivo de la torre de Carlomagno (románicos), un ábside con girola y la nave única más amplia del gótico mundial, y el Tapiz de la Creación (siglos XI-XII) que se expone en su museo. La plaza se completa con la Casa Pastors (renacentista), la Pia Almoina (gran muestra del gótico civil) y el Palau Episcopal (actualmente Museu d’Art).

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La plaza desde las escaleras de la catedral de Girona

Descendiendo por la calle de la Força llegamos a uno de los barrios judíos medievales mejor conservados, el call, sobre todo en los callejones de Cúndaro y sant Llorenç. También nos sorprenderá la belleza del conjunto formando por el arco del palau dels Agullana, las escaleras y la fachada de sant Martí Sacosta. Continuamos por las antiguas residencias burguesas del carrer dels Ciutadans, que aún conserva una notable construcción civil medieval: La Fontana d´Or (fachada románica y salas góticas, hoy sala de exposiciones). Es el momento de explorar las estrechas calles de los gremios (Abreuradors, Mercaders, Ferreries, Peixeteries Velles, Argenteria) hasta desembocar en la rambla de la Llibertad, ubicación del mercado medieval bajo los pórticos de piedra y, escondido en un pequeño portal, el acceso a un puente de hierro de Gustave Eilffel, el pont de Ferro o de les Peixateries Velles,  que nos permite volver a admirar las casas sobre el río Onyar.



Sólo para entusiastas: Ya anticipamos la posibilidad de recorrer el perímetro de las antiguas murallas (tramos carolingios del siglo IX, aunque la mayor parte sea posterior) y disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad, con unas magníficas vistas sobre la ciudad, del convento de sant Domènec (iglesia y claustro góticos, sede de la Universitat de Girona), el edificio de Les Àligues (rectorado) y las torres Júlia, Corneia y Gironella. Un tramo menor de muralla se puede ver en el carrer ballesteries, que continua como una calles de edificios antiguos y suelo empedrado hasta enlazar con la calle Argentería.

Totalmente fuera del itinerario visto por estar en las proximidades a la estación de tren, no puedo olvidarme de la Farinera Teixidor (edificación modernista para una fábrica de harinas, hoy sede de un diario).

También nos hemos referido a algunos de los museos que hemos encontrado a nuestro paso, como el arqueológico en sant Pere de Galligants o la colección de arte románico y gótico del Palacio Episcopal; pero ahora hacemos referencia a los cercanos centro Bonastruc ça Porta, un instructivo museo de la historia de los judíos en Catalunya y al museo de historia de la ciudad en el convento capuchino de sant Antoni (siglo XVIII). Fuera del centro histórico encontramos la importantísima colección dedicada al cine del Museu del Cinema.

En cuanto a sus espacios naturales, Girona cuenta con el parc de la Devesa, un jardín formado por una ordenada y gran arboleda. Más desconocida y prometedora es la vall de Sant Daniel, de vegetación densa y agreste, donde encontramos el monasterio románico de sant Daniel.

Totalmente prescindible: La plaça Independència, situada en la orilla occidental del río Onyar, carece de todo interés. En general, esta parte de la ciudad sólo merecen nuestra atención por la Farinera Teixidor y el Museu del Cinema.

Lo más friki y/o kitsch: A los pies de la iglesia de sant Feliu, en la calle Calderers encontramos una columna con la escultura de una leona encaramada (pudo ser un anuncio o reclamo de un hostal). En la ciudad  existe la tradición de estirarse o saltar tocando el culo de la leona para “garantizarse” la permanencia en la ciudad o, al menos, el regreso a ella.

1 comentario :

Sirventes dijo...

Pues yo cada vez oigo a más gente en Londres que aprovecha la visita a Barcelona para ir a Girona.

Para mi lo mejor es la vista del rio con sus casas de colores (curioso que esa sea de hecho la muralla) y las calles estrechas y con escaleras del call. Una visita muy recomendable.